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Cargan equipaje con sentimientos, anhelos y temores

Los actores Ignacio López Tarso y Manuel Ojeda realizaron un viaje por las añoranzas y los miedos de la edad a través de la obra "Aeroplanos", la noche del 26 de septiembre, en el Aula Magna del Colegio Civil Centro Cultural Universitario.

El primer actor Ignacio López Tarso y Manuel Ojeda protagonizaron Aeroplanos, una comedia que unió la amistad con la nostalgia, la preocupación de la vejez con la admiración a la juventud y el amor a la vida.

La obra escrita por el argentino Carlos Gorostiza se presentó en el Aula Magna de Colegio Civil Centro Cultural Universitario, dentro de los festejos del aniversario número 85 de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

“La eternidad está en el instante que vivimos”, repetía López Tarso; Aeroplanos es la historia de dos amigos que se conocen desde hace más de 70 años.

Entre discusiones amistosas y entrañable cariño, la obra es un recorrido por las anécdotas de Francisco y Cristóbal contadas con mucho humor, que contrastan los temores de la edad y todo aquello que aún quieren hacer.

En su convivencia diaria detallan la idea de realizar un viaje hacia Europa, aunque uno de ellos jamás se ha subido a un avión; comienza el viaje de los aeroplanos que son ellos mismos.

Más allá del viaje por emprender, la obra profundizó el temor a la vejez, a la soledad y a la enfermedad, pero también en la fuerte amistad de los personajes con compañeros exfutbolistas que son viudos como ellos y en el respeto por la familia.

La puesta en escena tiene de protagonista a López Tarso como constante en el personaje de Francisco y a Manuel Ojeda como Cristóbal, quien alterna el papel con el actor Manuel “El Loco” Valdés.

El escenario del Aula Magna contó con una batería y un tocadiscos, un claro contraste entre lo moderno y lo antiguo, ya que el personaje de Francisco vive con su nieto quien es un joven músico que ensaya con su grupo por las tardes.

Aeroplanos, bajo la dirección de Salvador Garcini y la producción de Daniel Gómez Casanova, es una comedia con un tono de drama en donde volvemos a ver a López Tarso, de 93 años, cantar y bailar un poco.

El público despidió con una ovación a los actores que internaron por dos horas en el alma de dos seres llenos de ternura y humor, porque, en efecto, la eternidad está en el instante que vivimos y ese instante se llenó de aplausos.

Responsable: Prensa UANL