Regresar

Compartir:

Picardía mexicana

Juan Villoro dictó conferencia el 29 de enero, en Colegio Civil Centro Cultural Universitario, previo a la inauguración de la Feria del Libro UANLeer 2018.

Casa llena para el visitante. A la caja de bateo Juan Villoro, el cronista en quien la literatura mexicana contemporánea ha puesto su fe. Sale el lanzamiento hacia el plato.

Ni tardo ni perezoso, Villoro sacó de un batazo al tedio y el mal humor, echándose al bolsillo a los asistentes de “La invención de la risa: Jorge Ibargüengoitia y Carlos Monsiváis”, conferencia que impartió el autor de El testigo (2004).

Siempre es un deleite observar los efectos de Juan Villoro en un salón de conferencias. Estar cerca del hincha del Necaxa es vivir el shock directo de la literatura. Un ser mediático como Villoro potencia el buen escaparate para acercarse al hábito de leer.

“Es guapo”, comenta en voz baja una mujer a su acompañante; “creí que era más viejo”, alcanza a contestar el hombre, bajo un arco del Patio Ala Sur en el Colegio Civil, mientras un grupo de estudiantes observa la solapa de Arrecife (2012), publicado por Anagrama.

“No me imaginaría que es escritor. Parece como abogado”, dice una estudiante de la Prepa 22.

El asunto es que, una vez que Juan Villoro toca a la literatura, es como si un buen extremo mandara una pelota a segundo palo y Juan rematara de cabeza. En él, el leer es ameno, escuchar anécdotas es interesante y nada tedioso.

El tema a tratar es el humor. Estamos en la conferencia magistral previa a la inauguración de la Feria del Libro UANLeer 2018. Villoro trae a dos personajes centrales en la literatura mexicana contemporánea: Monsiváis e Ibargüengoitia.

“Nosotros en la literatura nacional hemos pensado que la representación de lo real es más profunda si es seria y de preferencia adolorida.

“Basta pensar en ciertos títulos emblemáticos de nuestra literatura para darnos cuenta de cuáles son las preocupaciones centrales de nuestra literatura: Muerte sin finEl laberinto de la soledadLos días enmascaradosEl llano en llamasEl luto envenenado”, citó Villoro.

La literatura mexicana se había enfocado en lo serio, doloroso y grave. Pero en 1958, el joven Carlos Monsiváis se cuestionaba, en el prólogo de Antología de la Poesía Mexicana del Siglo XX, si la literatura mexicana no tenía un pendiente con el sentido del humor.

“Excluía la ironía, el sarcasmo. Esto lo plantea en 1958 Monsiváis. Pone sobre la mesa el tema que hoy nos ocupa: de qué manera representar la realidad incorporando los efectos de la risa y el humor”, comentó.

Gracias a Villoro, el público conoció la tendencia de dicho autor hacia los temas lúdicos. En una autobiografía, hecha antes de cumplir los 30 años, Monsiváis trataba el humor con una autoentrevista, donde refiere sus vastos conocimientos culturales.

En cuanto a Ibargüengoitia, Villoro señala que su presencia en la literatura nacional fue muy importante, ya que transformó temas como la novela histórica y realizó una crítica mordaz en libros como Los relámpagos de agosto (1964) y Los pasos de López (1982).

Es decir, Ibargüengoitia destacó la importancia de imaginar otros rumbos en la historia nacional, con héroes dotados de un amplio sentido del humor.

Ambos autores, Monsiváis e Ibargüengoitia, trataron el humor y la picardía en sus textos; sin embargo, sus carreras literarias tomaron rumbos muy distintos. Tal fue el caso que el propio Monsiváis hizo una crítica negativa sobre la obra de Ibargüengoitia.

Entre datos nuevos y anécdotas ya conocidas pero frescas, Villoro concluyó la conferencia y pasó a la firma de libros; una fila de lectores que parecía interminable.

Villoro parece el autor favorito de todos, ya que es leído y analizado, y el público se ve alentado a opinar sus comentarios sobre temas como la literatura, el futbol, la política y la educación.

Villoro siempre pega home run con casa llena.

Responsable: Prensa UANL