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Caifanes, grupo malparido: Alejandro Marcovich
“A mí no me van a callar. Escribí el libro porque muchas veces me entrevistan y me censuran o ponen la décima parte de lo que dije”, dijo el ex Caifanes en la presentación de su autobiografía: Vida y Música de Alejandro Marcovich.
Los requintos y solos de guitarra de Alejandro Marcovich es el sonido de Caifanes. En la historia del rock en México, Caifanes tiene un sitio principal y es banda de culto, a pesar de que sólo tocaron ocho años (1987-1995). La ruptura de la banda y la salida de Alejandro Marcovich siempre ha sido un tema polémico para la crónica del rock nacional.
En 2015, al cumplirse dos décadas de la ruptura, el guitarrista escribió y publicó en Ediciones B el libro Vida y Música de Alejandro Marcovich, una autobiografía donde además de contar sobre sus inicios en la música expone su postura sobre la ruptura y su salida de Caifanes.
El libro fue publicado a fines de 2015; ahora, Marcovich vino a Monterrey a presentarlo en la UANLeer 2016 junto a su amigo el periodista y crítico de rock Xardiel Padilla el 11 de marzo en el Patio Ala Sur del Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
El recinto estaba lleno. Fanáticos de la banda, de todas las edades, escuchaban a Padilla y Marcovich explicar sobre el libro, pero con especial atención el tema de su salida de Caifanes y diferencias con el vocalista y dueño de los derechos de la banda Saúl Hernández.
Padilla fue el primero en tomar el micrófono y comentó que Marcovich ha sido una figura relevante en su carrera, pues recordó que le concedió una entrevista, ya que él fue el único periodista que se atrevió a entrevistarlo en 1999 en la revista Lengua. Padilla explicó que fue un atrevimiento; y el propio Marcovich lo confirmó, pues aseguraron que, después de su salida, la manager de Caifanes censuraba a todos los medios que quisieran entrevistar al guitarrista desde 1995, año de la ruptura de la banda y la salida de Marcovich.
“Fue la primera vez que él hablaba abiertamente del rompimiento de Caifanes. Y vale aclarar que si Alejandro no habló antes no era porque quisiera aislarse o no deseara contar su versión, lo que sucedía en ese entonces es que ningún medio le quería preguntar nada”, comentó.
Sobre el libro, Padilla comentó que después de leerlo entendió que tanto él como periodista, o sus fans, en realidad conocen poco y nada de la vida del guitarrista, de sus gustos y su personalidad.
“El tema de Saúl Hernández y Alejandro Marcovich siempre será muy polémico y relevante. En estas páginas que narra la etapa formativa nos quedará claro la diferencia de personalidades. No digo que uno sea mejor que otro, pero sí muy diferentes”.
El crítico de rock explicó que le sorprendió leer que a Marcovich le gustara Led Zeppelin y Deep Purple, bandas con las que no lo asociaba musicalmente. También destacó lo polifacético del músico, pues estudió jazz, canto, guitarra clásica y hasta teatro; gracias a esta formación, Marcovich es un gran guitarrista, arreglista, productor y músico en general, advirtió Padilla.
“Él nos cuenta desde Las insólitas imágenes de Aurora, una banda previa en la que participaban quienes finalmente fueron Caifanes. Una banda en la que sí habría una especie de democracia, un equilibrio en cuanto a composición e ideas; principalmente de Alejandro y Saúl”.
También se comenta en el libro que Alejandro tuvo un problema de salud grave, un tumor cerebral en el 2010, pero lo venció; para Padilla esto fue una lección más allá de la cuestión musical.
“En las últimas páginas del libro, Alejandro explica con cierto detalle lo ocurrido. Es un poco triste enterarnos que esa reunión, en la opinión de Alejandro, fue por dinero, así fríamente”, dijo el periodista.
“Es correcto mucho de lo que dijo Xavier, no lo contradigo. Puntualmente no coincido en lo último del dinero. Pero no quiero hablar estrictamente del dinero. Porque los problemas o las ambiciones por el dinero no son mías”, así arrancó Alejandro Marcovich en la presentación de su libro.
Después amplió, “mi ambición es por el arte y el arte también es un negocio en el cual hay muchos protagonistas. En cada una de las trincheras donde se libra la batalla entre hacer arte y comerciar con el arte, hay una diversidad que el público no sabe que ocurre tras bambalinas”, espetó.
“Mi ex compañe…”, dijo Marcovich para rápidamente rectificar: “mi ex cantante”, que el púbico festejó fuerte, “… se anda defendiendo de un supuesto ataque. Este personaje, este némesis, dicho en correcto castellano. Quizá no somos tan diferentes, pero sí somos diferentes en algunas cosas; como en la ética profesional y en la ética en asuntos de dinero”.
En el recuento de Caifanes de 2011, Marcovich explicó que, aunque lo preguntaron, él y los otros músicos nunca supieron cuánto se cobró por cada concierto, que sólo supieron lo que les pagaron a ellos. Que fueron contratados por Saúl Hernández sólo para ese par de palomazos.
“[Fue] estar hombro a hombro con gente que no tiene convicciones políticas pero sí las tiene de dientes para afuera. Estar cabizbajo con vergüenza escuchando la verborrea de una persona que no tiene ética. Y no para generar adeptos, sino fans casi religiosos a una verborrea sin fundamento”, esgrimió sobre lo ocurrido en el reencuentro.
Luego fue categórico, “[sobre] Caifanes, me tomo la libertad de decir que fue, o es si alguien quiere considerar que sigue existiendo, un grupo malparido. Y lo digo sin pelos en la lengua. Hoy Saúl Hernández es el dueño absoluto del nombre artístico Caifanes.
“Yo he sido muy lastimado en mi persona, en mi prestigio y en el dinero. Yo tengo todo el derecho de ser hereditario del patrimonio de Caifanes. Igual que Diego Herrera, Sabo Romo, Alfonso André y Saúl Hernández. Y digo esto y se me enchina la piel”, dijo con voz entrecortada.
Marcovich confesó que es un libro biográfico pero también es un libro de política, pues recordó el Golpe Militar en la Argentina donde mataron y desaparecieron a unos 30 mil argentinos; y este hecho provocó que él y su familia se exiliaran en México. Pero no sería el único exilio de los Marcovich, pues recordó que a fines del siglo XIX sus abuelos huyeron del racismo de la Rusia zarista.
El guitarrista dijo ser una persona que creció en un entorno sociopolítico con vivencias y con convicciones políticas; con padres que eran de una verdadera izquierda, que lo hacen erguir siendo “un rebelde en un mundo de centro no sé qué, ya la izquierda se acabó para no volver”, dijo.
“No es mi verdá”, dicho en alusión a otros libros autobiográficos y arrancando otra carcajada del público, “es mi historia y no me avergüenza haber vivido lo que viví; bueno y malo. Como bien dijo Xardiel, mi disco demuestra perfectamente que no los necesito, nunca los necesité, sólo quería ser parte de un proyecto. A mí me invitaron ser parte de Caifanes. No fui un guitarrista que pasaba por ahí, fui el guitarrista indicado para Caifanes, el que le dio un sonido a la banda, el que creó una historia identificable por el sonido de la guitarra. El libro es divertido y agridulce. Lo escribí para que me conozcan. El que tenga ganas de conocerme, léanme”.
Responsable: Prensa UANL