Regresar

Compartir:

Jorge Herralde, con el dedo en la página

El editor y fundador de Anagrama fue homenajeado en la UANLeer 2019, por su desempeño en la edición y promoción de la literatura, el 13 de marzo en Colegio Civil Centro Cultural Universitario.

Jorge Herralde llega a Colegio Civil Centro Cultural Universitario cerca del mediodía. Al hombre libro, al gran editor de la Latinoamérica literaria contemporánea, el viento regiomontano le ha jugado una pasada.

Con el cabello un poco revuelto, el editor y fundador de Anagrama, toma asiento en una mesa dispuesta para celebrar su nombre. La Universidad Autónoma de Nuevo León ha organizado un homenaje al catalán, y el micrófono irá de aquí para allá entre los comentarios de Celso Garza Acuña, Álvaro Enrigue, Antonio Ramos Revillas, Juan Villoro y Luis García Montero.

Afuera hay una temperatura de 26 grados, humedad que se ciñe a los cuellos de los transeúntes. El Colegio Civil guarda un ambiente fresco en el inicio de la UANLeer 2019, la feria universitaria del libro más importante de la ciudad.

Herralde observa. Frente a él, viejos conocidos. Amigos de toda la vida, lectores, amantes de su trabajo, apasionados de la literatura. Pero tal vez el más contento de sus seguidores sea el propio Celso Garza Acuña, quien en alguna edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se apersonó frente a él haciéndole saber que acá, en Monterrey, gran parte de su generación había crecido leyendo Anagrama.

Lo invitaba a formar parte de la Universidad Autónoma de Nuevo León como muestra de la gran empatía, y Jorge aceptó. Nació la cátedra UANL-Anagrama, un árbol con ricos frutos hace más de una década.

Son las 12:00 horas y comienza el homenaje. El Patio Ala Sur del recinto universitario está completo. Diversas generaciones prestan atención al presídium, donde García Montero señala que Anagrama es nada más y nada menos que sinónimo de prestigio literario, una torre que mantiene su firmeza mediante la apuesta a la calidad, siempre sobre la mercantilidad.

Las cosas como son, Enrigue señala que su intervención es un texto largo y aburrido, pero engaña, pues se desarrolla a modo confesional que cada uno de los presentes sonríe, asiente, lo sigue y de pronto estalla esta frase: “el animal es el lenguaje y nuestro cuerpo lo parasita para seguir vivos”. Pero para Enrigue, escribir no basta; hace falta la masa que lo amalgame todo, y ese ha sido Jorge Herralde como editor.

El mundo parece más bueno en ocasiones. Toma el micrófono Juan Villoro y como es costumbre, pega de home run. El autor de Arrecife señala que Anagrama siempre te invita a un viaje, pero el viaje de descubrimiento nunca es cómodo.

Como dice Garza Acuña, Anagrama siguió la ruta del salmón, a contracorriente sobre las gigantescas editoriales y ahora nada plácidamente en el mar de la literatura: 50 años de formar lectores, y también literatos.

En su intervención, Herralde agradece a los presentes, a los organizadores, a los lectores, a quienes andan de aquí para allá entre los pasillos del Colegio Civil. Nos recuerda esa gran relación que mantiene con México, misma inició la amistad que mantenía con Sergio Pitol, por quien conoció la Ciudad de México, Jalapa o Puebla.

Dato curioso, Jorge Herralde visitaba México en la primera semana de agosto. Primeramente, Ciudad de México para entrevistarse con autores, librerías, prensa.

Jorge es un todo terreno, pues cuando los dedos y el papel se trenzaban al cambiar la hoja, señala sereno “a ver si no me pierdo de página”. Y no la pierde, retoma el hilo de una conversación riquísima. Está frente a nosotros el producto viviente de una sociedad que puja por la cultura y el arte.

Herralde es el conocimiento vivo, toda una carrera dedica a hacer que la gente lea tal o cual autor, no hoy, sino para siempre. Y nos señala a Nettel, Enrigue, Zambra, Villalobos y Concheiro, como el dream team de la literatura nacional contemporánea.

Interesante, dice una chica preparatoriana, sentada al costado del Patio Ala Sur. Sus compañeras prestan atención al hombre sabio que explica a la vez con sencillez y pasión su quehacer en el mundo. Su tarea ha consistido en educar, desde el asunto literario, a una gran parte de los nacidos a partir de 1970. Muchos de ellos ahora grandes autores, como Enrigue, Villoro, Nettel; o editores culturales como Garza Acuña, una generación de jóvenes que ha dado los frutos esperados.

“No tenía ambiciones tan grandilocuentes como ésta, pero sí me he encontrado con mucha gente en España, en América Latina y, muy especialmente, en México; jóvenes escritores, periodistas que me dicen que sólo leen Anagrama, y sobre todo los compactos de Anagrama por razones de precio, y ahí es donde desembocan las joyas de la corona, los libros más importantes y con una vida más larga del catálogo, y que eso ha sido fundamental para sus vidas”, comenta Herralde.

Nos dice que no hay que ceder terreno a los poderosos que no tienen más fin que el poder. Si Anagrama ha sobrevivido a las grandes transnacionales, ha sido por su catálogo ceñido más a la calidad que a la volatilidad de la moda.

Una crisis fue la que vivió no solamente Anagrama, sino el mundo editorial, con la llegada del libro electrónico. Ha casi dos décadas del suceso, el libro está más vivo que nunca.

El público, como en pocas ocasiones, parece comprenderlo todo a la perfección. El mensaje es claro; todavía se puede vivir siendo auténtico.

Responsable: Prensa UANL