Compartir:
La biología como una pasión por la ciencia
El doctor Eduardo Aguirre Pequeño se autoinoculó el patógeno del mal del pinto y esperó cinco años con la enfermedad hasta poder curarse con penicilina. Fue el fundador de las facultades de Ciencias Biológicas y Agronomía.
Entre septiembre y noviembre de 1939 el doctor Eduardo Aguirre Pequeño se autoinoculó el mal del pinto para demostrar los síntomas, padecimientos y progresos de un mal que aún afecta a miles de personas.
El doctor soportó cinco años de su vida con el padecimiento en su cuerpo hasta que, en 1944 y después de haber pasado lo peor de la Segunda Guerra Mundial, le trajeron a Monterrey penicilina para tratar esa enfermedad.
Autoinocularse fue una demostración más de la profunda pasión que el doctor tuvo por la medicina. Porque el doctor, además, fue fundador de las escuelas que hoy son la Facultad de Ciencias Biológicas y la Facultad de Agronomía, entre otras contribuciones.
Esta pasión reviste la presentación del libro Eduardo Aguirre Pequeño. Mal del Pinto, inoculación y autobservación & memorias, publicado por la UANL.
Juan Enrique Aguirre Cosío, hijo de Aguirre Pequeño, se encargó de la edición; y el poeta Margarito Cuéllar recopiló el material. El libro se presentó el 19 de mayo en la Sala Sur del Colegio Civil Centro Cultural Universitario (CCCU) dentro del Festival Alfonsino 2016.
El Secretario Académico de la Universidad, Juan Manuel Alcocer, inició su presentación reconociendo que el doctor Aguirre Pequeño ha sido una influencia importante para él desde que fue estudiante.
“¿Qué es lo que lleva a un médico a los 35 años a inocularse un patógeno desconocido? Hay una pasión por la biología en el doctor Aguirre Pequeño. Lo que hizo es la única explicación válida para entender cómo una persona se inocula un patógeno. No encuentro otra razón”, expresó el ex director de la Facultad de Ciencias Biológicas y actual Secretario Académico de la UANL, Juan Manuel Alcocer.
Después, el Secretario Académico hizo un recuento de los contados casos en la historia en los que algún científico se inocula algún virus para demostrar los síntomas de la enfermedad y su posible curación.
“En Japón, en 1897, un doctor se autoinoculó un cultivo de bacilos muertos causantes de disentería. En 1885, en Perú, Daniel Alcides Carreón se autoinoculó la conocida hasta entonces ‘verruga peruana’, luego conocida como enfermedad de Carreón. En 2005, el doctor y Premio Novel Barry Marshal se autoinoculó helicobacter pylori, un extracto de la bacteria causante de la gastritis y úlcera”, enumeró.
El Rector de la UANL, Rogelio Garza Rivera, planteó que con el libro se rinde tributo a uno de los hijos más destacables de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
“Su legado está vigente, sus logros en investigación quedarán plasmados en esta gran obra. Es un libro sin precedentes donde el lector conocerá la preocupación por el dolor que causa el mal del pinto y cómo al doctor Aguirre Pequeño esa enfermedad lo consume”, comentó Garza Rivera.
El Rector consideró que Aguirre Pequeño es un médico emblemático del siglo XX y continuador de la obra de José Eleuterio González “Gonzalitos”.
“Es como si le dijéramos con el libro ‘lo tenemos con nosotros’; hacemos una guardia de honor permanente. Aguirre Pequeño está presente y nos inspira para ser grandes”, destacó.
Por su parte el titular de la Editorial Universitaria, Antonio Ramos Revillas, comentó que el libro pertenece a la colección “Memorias”, que edita la Universidad. En su presentación, el editor comentó que el libro le recuerda a una frase de Gabriel García Márquez en su obra Vivir para contarlo, que dice: “La vida no es la que uno vivió, sino cómo la recuerda para contarla”, citó.
“Mal del Pinto es una ave rara, incluso dentro de la categoría de las memorias. Porque recupera la literatura médica sobre la especialidad y donde refuta a los otros médicos”, mencionó Ramos.
Después, expone que el libro es una influencia para las universidades locales y extranjeras por los hallazgos de estudios por el mundo.
Al final, Juan Enrique Cossío Aguirre habló acerca de las aportaciones científicas de su padre al fundar las escuelas, luego facultades, de Biología y Agronomía, además de también sentar las bases para la Facultad de Veterinaria y Zootecnia en la UANL.
Responsable: Prensa UANL