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Papias Anguiano; un regio constructor

Papias Anguiano hizo la fachada del Palacio Municipal, incluyendo el escudo de Monterrey y la primera fuente de la ciudad. Fue un arquitecto errante y se casó tres veces (en cada ciudad donde vivió).

A José Antonio Papias Anguiano le debemos la fachada del Palacio Municipal –con todo y el escudo de armas–, la primera fuente de la ciudad y –por poco, también– la Plaza de Toros; sin duda fue el arquitecto del siglo XIX en Monterrey.

Estas fueron las principales aportaciones que hizo el arquitecto, conocido con el sobrenombre de “El griego”, pero que nació en Aguascalientes y vivió en Guadalajara, Linares y Monterrey. Tuvo una esposa en cada una de estas ciudades.

Así lo explicó el profesor-investigador del Centro INAH Nuevo León, Enrique Tovar Esquivel, al impartir la conferencia “Papias Anguiano: un constructor decimonónico en Monterrey”, el 24 de mayo en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario.

Tovar Esquivel publicó cinco libros y es autor de artículos científicos y de divulgación. El titular del Centro de Documentación y Archivo Histórico de la UANL, Edmundo Derbez García, invitó y presentó al investigador, como parte de los eventos del Festival Alfonsino 2016.

Papias Anguiano fue uno de los arquitectos más conocidos de Monterrey. Es criollo, nació en Aguascalientes a fines del siglo XVIII; se dice que a fines porque éste es uno de los datos más desconcertantes de la vida del arquitecto, puntualizó Tovar Esquivel. En 1815, Anguiano comentó que tenía 22 años; pero, en 1864, dijo que cumplió 64. Lo curioso es que el padre del arquitecto murió en 1786.

José Antonio Papias Anguiano vivió en Guadalajara y ahí contrajo nupcias en 1815 con Sebastiana Espinoza de 16 años. María Antonia Anguiano se llamó la hija de ambos.

“Viajaba por placer, algo no tan convencional para la época”, comentó el conferencista. Llegó el arquitecto en 1929 a Linares para construir la Capilla de Nuestra Señora de la Misericordia, una capilla con tres bóvedas, fachada con dos torres y cuatro columnas antropomorfas del tipo cariátides, únicas en el norte de México.

Terminó en 1930 y, hasta entonces, el costo era de 548 pesos de ese siglo; es decir, una fortuna.

Estando en Linares Papias Anguiano, se volvió a presentar como soltero, se enamoró y casó con Gertrudis López de Lara. Fruto de ese amor, nació María de Jesús Concepción Sabina Anguiano. Además de la capilla, el arquitecto también construyó el panteón del Señor de la Misericordia. En total, le pagaron 647 pesos. “El costo valió la pena, pues no fueron construcciones comunes”, comentó Tovar Esquivel.

Para Papias Anguiano, Linares era el centro del mundo, así lo demostraba en sus mapas. En 1841, le pidieron un mapa de Monterrey y, según el conferencista, eso le descubrió como un gran pintor.

En 1843 le pidieron hacer un par de fuentes en la capital regiomontana con un pago de tres mil pesos. Así, Papias Anguiano construyó la primera fuente que tuvo Monterrey. En 1945, le encargaron la construcción de la Plaza de Toros, pero quedó inconclusa debido a la intervención militar estadounidense. En 1844 decidió radicar en Monterrey.

En 1951, realizó el trabajo por el cual es más conocido: la fachada del Palacio Municipal, que concluyó en 1853. Pero, por lo que se le recordará para la posteridad, será porque Papias Anguiano diseñó el escudo de armas de Monterrey en el frontis del Palacio Municipal.

Por último, se casó con Emiteria García, su tercera mujer. En 1856, le encargaron dirigir la construcción de los empedrados de la ciudad y, al año siguiente, fue destituido. En 1966, 10 años después, murió en Monterrey.

Responsable: Prensa UANL