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“Siempre trabajando para ofrecer calidad en nuestros conciertos”

El maestro Jesús Medina, quien ya había estado al frente de la Orquesta Sinfónica de la UANL en un breve periodo de 1985 a 1989, regresó a hacerse cargo tras la salida de Félix Carrasco. Anteriormente ha participado como director de la Filarmónica de la UNAM y de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, además de ser fundador y director de la Millenium Sinfonietta.

Medina es egresado de la Facultad de Música de la UANL; a lo largo de su trayectoria ha recibido numerosos reconocimientos, una nominación al Grammy Latino 2001, en la categoría de Mejor Álbum Clásico, dirigiendo a la Camerata de las Américas en una obra del compositor y jazzista Eugenio Toussaint, Gauguin. En entrevista, el nuevo director habla de los retos y proyectos de la OSUANL a 50 años de su fundación.

Usted inicia su trayectoria precisamente en la Sinfónica de la Universidad a los 13 años…
Sí, a los 13 años me invita el maestro Héctor Montfort, en aquel entonces director de la orquesta para formar parte de ella. Yo llevaba tres años y medio estudiando violín, era amigo del maestro Ricardo Gómez que también tocaba en la orquesta y era director de la Facultad de Música. Siempre he estado de alguna manera presente en mí el ser universitario, no sólo como violinista sino como director en otra época de tres años y medio a finales de 1985 y hasta 1989, entonces este regreso realmente me entusiasma mucho. Las cosas han cambiado, la orquesta ha subido mucho de nivel, como a cualquier persona la vida me va dando experiencia, el dirigir no solamente en el país sino fuera de él ayuda mucho a ir creciendo como músico, ir madurando y pues ojalá este aprendizaje que he tenido, esta madurez, pueda utilizarla para obtener conciertos de alta calidad.
¿Cómo recuerda la orquesta en esos años que estuvo como músico?
Se ensayaba entonces en el Aula Magna, en las tardes, y no existía el formato de temporada como existe actualmente, de que cada jueves hay concierto; en aquel entonces durante un período de dos semanas el maestro Montfort organizaba cinco o seis conciertos uno tras otro cada dos días y se desaparecía la orquesta, y a los cuatro o cinco meses volvía a hacer otra cosa así. No había una continuidad, ahora cada semana hay un programa diferente. Es algo muy importante que se cambió cuando estuve en la orquesta en el primer período del 85 al 89, ensayar de lunes a jueves y tocar los jueves en la noche.
En su trayectoria posterior estuvo a cargo de la Filarmónica de la UNAM y la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, ¿qué representa pasar de un conjunto de cámara a una orquesta sinfónica?
La Filarmónica de la UNAM fue una experiencia muy destacada, muy interesante, tocamos en la Sala Nezahualcóyotl, que es una sala maravillosa de conciertos de lo mejor que hay en Latinoamérica, y la orquesta también es bastante destacada a nivel nacional.
Actualmente sigo en la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, voy a estar aquí y allá en la ciudad de México, el repertorio es lo que hace la diferencia, el tipo de obras que se tocan, porque el ensamble es un grupo de cuerdas de aproximadamente 22 ó 24 músicos que a veces invita a algunos instrumentos de aliento, de percusión pero nunca rebasamos los 35, 40 cuando mucho.
Voy a estar manejando los dos repertorios, y aquí la sinfónica permite tener todo el colorido, la paleta musical de todos los instrumentos, que siempre es muy atractivo para un director.
Se ha hablado bastante de la labor que tendrá la orquesta hacia fuera, de llevarla a los universitarios y a otros municipios del estado, pero hacia dentro ¿cuál será el trabajo y los retos?
Las orquestas no dependen nada más del director, tenemos que hacer equipo entre todos, ellos tienen mucho que aportar desde su atril, desde su preparación como músicos. El horizonte no tiene límites. No podemos descansar sino que tenemos que estar siempre trabajando para ofrecer calidad en nuestros conciertos ensayar, preparar las obras con anticipación para irlas madurando, y cuando llegue la semana del concierto poder ofrecer una ejecución de lo mejor.
¿Habrá algún cambio en la orquesta? ¿Quién será el concertino?
El maestro Daniel Dimov regresa, él ya era parte de la orquesta, ahora está regresando como primer concertino.
En otro tema, hablando de la formación universitaria de los músicos, no es común que exista una licenciatura o estudios en jazz, ¿qué tan valioso sería una apertura de las instituciones educativas a la enseñanza del jazz?
Depende de la oferta y la demanda. Si no hay muchos muchachos que les interese el jazz nunca se abrirá una cátedra de ese tipo. Yo tengo como amigo al maestro Eugenio Toussaint, uno de los más reconocidos jazzistas a nivel nacional, y él ha venido varias veces a la Facultad de Música, ha dado varios cursos de composición de jazz. Se dan los encerrones de cuatro horas con los muchachos, y cada uno lo pone a componer, les explica armonía, improvisación. A lo mejor si fuera con mayor frecuencia llevaría a que alguna institución se interesara en abrir una clase de ese tipo.
¿Estaría abierta la orquesta de la Universidad a colaborar con músicos de jazz?
Les doy un adelanto: vamos a tocar jazz. No les digo las obras, pero vamos a tocar jazz más pronto de lo que creen.
La Universidad ha venido publicando partituras de compositores locales, ¿estarían también abiertos a incluir en sus programas, material de compositores de Nuevo León?
Sí, de todo, aquí no hay que sea local o nacional, aquí hay música buena y mala. Está bien hecha o no está bien hecha. Nada de que soy tu amigo, pero si está mala la obra no se toca, aunque sea mi amigo.
Pero sí, mientras sean obras de calidad, bien hechas, que vale la pena mostrarlas, aquí hasta estrenos haremos, no sólo repeticiones de obras. Va a haber sorpresas en el año, no sólo encasillados en el nacionalismo mexicano, hay compositores jóvenes, actuales, que escriben muy bien, no necesariamente música atonal o melodiosa y bonita. No todo es el Huapango. Hay música contemporánea con instrumentos de percusión y efectos dentro de la orquesta, pero eso es lo que hace que las orquestas crezcan y que el público también, porque si nos quedamos desde Haydn hasta Mendelssohn y Brahms, se estanca la orquesta. Que en un programa llegue la gente y escuche una sinfonía de Brahms, y en el siguiente escuche Los planetas de Holst, y a la siguiente obras de Arturo Márquez y Blas Galindo y luego unas suites de Bach, tiene que haber variedad. Eso nos refresca, además poder fusionar la orquesta con otros géneros, como puede ser el jazz o alguien que venga a tocar tango, como el maestro César Olguín que venga con su bandoneón y lo fundimos con la orquesta, o en este año mexicano algunos arreglos con mariachi, que hay muy buenos para hacerlo. Ese tipo de cosas ayudan a que el público se acerque pero también hace que la orquesta crezca.

Responsable: Prensa UANL